Víctimas humanas
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En muchas religiones antiguas se prácticó el sacrificios de víctimas humanas, hecho repugnante a la naturaleza humana, que tiende a la vida propia y fácilmente llega a la compasión con respecto a los demás.
  En pueblos del Oriente medio, como el caso del dios Molok, de los amonitas y de otros pueblos cercanos (molok, es mlk, raíz de "dueño" o "señor") se practicaba el sacrificio humano como señal de aceptación de su señorío sobre la vida. Por eso se sacrificaban niños recién nacidos, haciéndolo morir en el fuego que consumía del todo la víctima en presencia de los oferentes.
    Algo parecido practicaron en grupos africanos los grupos animistas, que reclamaban la ofrenda del espíritu vital que hay en todo ser humano. Normalmente ofrecían prisioneros de guerra o miembros de etnias enemigas. Los aztecas ofrecía prisioneros y los inkas doncellas al sol señor y dador de vida.
    La Biblia rechazó siempre como aberración el sacrificio humano (Lev. 18.21 y 20 2-5; Jue. 11. 30-40), incluso cuando parece pedirlo a Abraham. (Gen. 22.12).